Unificación de corazones, oración por la paz
Los órdenes jerárquicos piden como la energía que conecta y que alimenta a cada alma en la Tierra. Son parte de esa fuerza. Que nada aturda a sus sentimientos, entorpezca sus labores, ni de reconocimiento ni de evolución. Son parte y forman parte de la misma, dentro de la frecuencia divina.
Habrán abierto muchas puertas hasta ahora. Sin embargo, no todas.
Respeten todos los sincronismos y las palabras que manifiesta el Ser, el individuo María Pilar y la figura alada que manifiesta la cúpula a través de la cual se identifican y conectan diferentes seres de luz. Todos los artificios ya les vamos recordando que irán desapareciendo. Formamos parte (y forman parte) de la cúpula divina.
Atravesando el umbral del conocimiento y de la sabiduría, se hayan seres que identifican y magnifican una frecuencia divina. Ustedes son la parte receptora de una información que comprende, o no, toda esta situación.
El Infinito está en todos. Ahora bien, la resonancia… no.
Todos los facultativos, personas dignificadas en el servicio, terapeutas, o seres que están conectados con simplemente el campo espiritual dentro de lo eclesiástico (u otro ámbito religioso singular), todo ello ha de cohesionar de forma generosa a través de la bondadosa alma que manifiesta el campo.
No están cerrados a la hora de pensar o sentir que algo va a suceder y el esdevenimiento es normal. El advenimiento es lo que llegará. Y sin embargo, están todavía comprendiendo lo que ocurre en el campo, en el campo María Pilar —disciernan o no, cualquiera de las habladurías es, desde luego, inconveniente—. Sean conscientes de la presencia de lo que se es y lo que se siente a través de un campo de luz. Bondadosos seres que almáticamente se conectan con ustedes, les vinculan directamente a la energía de ese campo para que, capitulando ante cualquier litigio emocional, se vean libres de actuar de forma generosa, de forma sensitivamente hermosa y, por supuesto, enormemente generosa con todos los que llamamos humanidad.
Emponderarse o no es innecesario. La oración es un acto sagrado e íntimo que comunica a Dios con todo su interior y, por supuesto, es la forma más hermosa de hablar y comunicar. Lo que nace desde el interior se manifiesta en su ser superior y deviene de aquello que llaman Dios.
Entre ustedes háganse saber todos los pormenores de lo que va a suceder de manera respetuosa. Para salvaguardarles y salvaguardarse ustedes, no duden que han de, si lo desean, confiar en esa frecuencia que se manifiesta a través de la esencia y la frecuencia de su corazón. El corazón tiene fases diferentes y conecta corazones y diferentes entes al mismo tiempo.
La sutileza de las palabras, la energía que les habla y este campo que emana de la bondad y el amor, se amplifica en frecuencia y dimensión con suma facilidad. Las trayectorias de los seres humanos convergen algunas veces (no siempre). Sin embargo, las almas están conectadas por su fuerza, por su naturaleza, por su generosidad, colectividad o individualidad. Todo eso cohesiona en verdad dentro de la espiral. El campo les ha abierto puerta tras puerta, puerto tras puerto, comunicación tras comunicación. El emblema de lo sagrado siempre ha sido la comunión con el Altísimo, con el geos-fera, con la naturaleza cosmogónica de Dios.
Estimados hijos en el campo de la luz, habla la Madre, habla la Sabia y habla la Señora que está acompañando la figura física de un ser humano que dispone de la capacidad conectiva vinculada a la divinidad y de tal forma ustedes conectan o resuenan en ella de forma armoniosa y natural. Cualquier excedencia déjenla fuera de la esfera. Luego son seres humanos con su propia naturaleza.
Desde el manto blanco, la comunicación con el santo rango les abre la disposición de reconocer, a través de la interpretación de las palabras sagradas, un campo de precognición que está abierto desde otra dimensión.
No se preocupen por toda la información. Simplemente sientan su corazón, sientan su amor, sientan su latido y emitan desde él la oración u oraciones, mantra o mantras que deseen. La petición está clara. Desde la intención más elevada, la que manifiesta el ser humano para contra sus congéneres o hacia sus congéneres, simplemente la participación en la contención de cualquier doloso acto hacia la humanidad, de cualquier ser considerado abyecto dentro de la dimensión del amor y la bondad, de la armonía y la generosidad. Sin obstaculizar ninguno de sus procesos y a través de esta energía que manifiesta la entidad, pueden comenzar, si así lo desean, en su intimidad, a orar. Las oraciones son mantras en cualquier caso. Las palabras elevan diferentes frecuencias de transmisión y se emiten desde el rango del corazón, y corazones unificados emiten campos y campos de acción.
Evidentemente, no son sólo ustedes en este mundo. Sin embargo, en este planeta, sí. Y cada parte de este planeta es habitada por seres humanos que conectan a través de sus rangos.
Por la paz, shalom. Por la unidad en el Espíritu Santo. Por los hombres de paz, por los hombres de guerra. Por todos los inocentes. Por aquellos que viven displicentes y ahora comprenderán que no sirve de nada la displicencia.
Escojan lo que sea más amable reconocer. Elévenlo a la frecuencia del ser y desde allí emitan.
Porque soy y reconozco al Padre, Madre, Cielo y Universo. Porque en este concepto de Dios que reconozco y me acepto, emito desde la frecuencia divina la petición que conmine a todos aquellos que están dispuestos a envilecerse. Desde el daño doloso a otros, pido pues por la Conciencia divina, a través de la cual se elimina cualquier inconveniencia, se libera cualquier dolencia y se abre el campo de la esperanza eterna.
La Señora manda desde la luz la misiva que conmina a todos los seres humanos a comprometerse de manera inminente con la oración subyacente, con la oración interior, con el Espíritu Santo y con el Ser superior conectado a Dios en la infinita frecuencia. Minúsculos corpúsculos se están conectando desde la más profunda serenidad y la mayor fuerza de la Tierra, el mar. El cielo revela el mar y el mar revela al Cielo. Y la Tierra los contiene y entre ellos se alimentan. Y para ustedes presentan la reverberación de todos los elementos, de todos los sentidos.
Siendo así necesario, pedir a través del Sagrario por los hijos de los hijos, por los padres y madres de esos hijos. Por todos aquellos que forman parte de la esfera universal, que en el Espíritu Santo se eleve la frecuencia de la oración de manera ominiscente y llegue a cada lugar de la Tierra, desde la máxima esfera.
Hoy, en la frecuencia que soy y siento, pido, desde el interior del Amor, aquello que considero equilibrado, armonioso y sagrado en todo caso. Desde la divina presencia que soy, manifiesto todo aquello que siento. Que el credo de los hombres, cualquier credo, se unifique en Dios y permita la concepción, la contención de cualquier acto bélico, vandálico, que desestructure o mancille la vida de los hombres y mujeres en la Tierra.
A través de todos los decretos, sin infortunio alguno, para que cada uno sea dignamente libre de elegir su oración, su mantra, su momento hermético donde el alimento del Cielo se manifiesta en la Tierra y forma parte, sin embargo, de esa enorme frecuencia. Sin la autocrítica, con el mayor perdón liberador de, después o antes o durante, el anclaje a la Tierra, transitando en la verdad, en la unidad.
Para que todos los gobiernos de la Tierra unifiquen el criterio de la paz. Desde la unidad, el Espíritu. Desde la unidad, el Espíritu Santo. Desde el credo de Dios en el abasto de toda la humanidad.
Vivan la paz de su alma y emitan desde ella aquello que se permita, sin duelos almáticos, sin dolores, sin inconveniencias, perteneciendo y elevando todo el amor y la presencia a la máxima potencia, vivificando en Dios todo su amor.
A través del campo María Pilar