La felicidad como estado de conciencia
Lo que sea el ser humano, por majestuoso, presuntuoso o sencillo y amoroso, no dejará Dios de amarlo. En su divina presencia, todo aquel que, sin condenar, defienda el amor que resiente en su corazón, de veras está accediendo a su propia condición.
No les pide nadie que hagan nada extraordinario. Sin embargo, sí que está sentado en su información que verdaderamente a través de esta experiencia de conexión o a través de cualquier otra que permita la cooperación, la alegría de los abrazos, el sentimiento que los lazos unen en todos los casos. Les rogaría que fueran simplemente simientes sencillas que son capaces de percibir a través de esta energía algo que les lleva a conectar con su guía, con su maestro espiritual o con su Yo Superior, con el Dios que reconocen a través de la Fuente divina o con su máxima Entidad, cada una en sí misma.
La poderosa sensación que se desprende de su amor es la resonancia que están compartiendo a través de diversos elementos y estamentos. Sean conscientes siempre de su estado de conciencia a través de la gratitud que manifiesta su ser a la hora de comprender como se puede acceder a esta información, haciendo, comprendiendo que se desprende todo de un gran acto de fe y de comprensión.
El amor profundo, el amor sereno, el amor inmenso que defiende el tiempo, les ayuda en cada momento a re-sentir o percibir su elemento. No se dispersen en pensamientos, procuren permanecer presentes en cada momento. Elijan la libertad de vivir en su máxima presencia y coherencia. Defiendan sus argumentos desde el respeto profundo. No olviden que siempre son uno. No olviden con quien están hablando cuando algo está fluctuando a su alrededor.
Quizás no son simples seres humanos, a veces realmente son algo más que ya ha sido manifestado. Empleen sus momentos en mejorar sus acciones, en cualquier caso. El ser conscientes de las mismas, incluyendo los errores o gazapos.
Si están dispuestos a reconocer su cambio, estarán dispuestos a ver, a través del ojo que todo lo manifiesta, aquello que les aqueja o les molesta. Son una gran fuerza, una fuerza soberana, la que ha elegido vivir en la Tierra cualquier experiencia sagrada. Porque sagrado son en todos sus fractales, y sagrados continuarán siendo a través de todos los estamentos.
Sus situaciones vivenciales son diferentes, aunque no siempre y muchas veces reconocen las mismas experiencias vitales. Si son pacientes con su estado emocional, psíquico, físico o espiritual, si son pacientes ante sí mismos, son pacientes para compartir el momento de reconocer esa espiral.
Recuerden que la felicidad es un estado de la conciencia y, aunque en algunos momentos la pierdan por alguna circunstancia, ese estado siempre se encuentra en su interior.
Han pedido en alguna ocasión cohesionar sus criterios, verse desde cada uno de ellos y sorprendentemente en algunos casos sí lo han hecho. En otros, realmente, no; aunque de verdad, no deben forzar. La energía busca siempre su lugar, se manifiesta donde debe hallar la concordancia perfecta.
Si albergan realmente la fe suficiente, reconocerán la alegoría del ser ente viviente que ha sido manifestada a través de la palabra que ha sido restaurada y pronto será expresada.
A través del campo María Pilar