Padre-Madre-Dios
Hay una variabilidad innegable en el tiempo-espacio que ahora juega y corre a cargo de todos los espacios. Todavía no se ha hecho responsable ni un 3, 4 o 5% de la humanidad. Eso revierte en una minusvalía general. El espacio necesita más espacios para extender su campo y poder ayudar energéticamente a la humanidad, sin dilapidar la energía, esperando que se pueda manifestar el guía, entidad o maestro a través del campo.
He cruzado el puente entre la vida y la muerte. He sabido expresarles de forma elocuente y persistente lo que sucede en la vida y lo que sucede en la muerte. Nada está completamente presente y, desde luego, nada está contenido en el todo si ustedes no pueden comprenderlo. Si son capaces de comprenderlo, son capaces de revertir todos los procesos. Incluso, el de la muerte. La transición del alma es algo que ya conocen, pero no de la manera que les explicará el caudal. No hay acuerdos almáticos tan poderosos como aquellos que se gestan entre el devenir de vivir o de morir.
Sin atisbo de duda, en manifestación del guía o maestro espiritual, todos saben que el maestro y el alumno forman un conjunto de extraordinaria resonancia almática y profunda necesidad de expresión. Ambos buscan lo mismo desde un punto equidistante diferente.
Si resolvéis todos vuestros enigmas, la parte de vosotros que está más escondida es la que sale a la luz para mostraros la infinitud de lo que sois en realidad. El paso hasta llegar ahí es la ordenación de todas estas esferas, informaciones que están conectadas entre sí y forman parte de toda la malla universal, el toroide (grande), donde en el centro, en realidad, si lo dibujáramos, habría un agujero que todo lo engulle. Y en realidad formamos parte de todo ello, pero estamos en movimiento continuo y no paramos. Pero ahí, pararíamos.
Esa situación de caos y desajuste de la humanidad durará unos cuantos años, aunque dentro del campo María Pilar y otros campos que puedan desarrollar la capacidad de transmitir la importancia de la generosidad y del comportamiento humano adecuado –y no exacerbado en ningún caso– os hará llegar a lugares donde podáis desarrollar todo cuanto conocéis ya. Sin estar obligados, pero tampoco desvinculados dentro de una realidad.
Podéis vivir o acceder en tantos cuerpos como queráis. No hay una limitación de potenciales, poderes o conocimientos, incluso de reconocimientos a través de la sabiduría. Lo único que pide Dios ante vosotros es vuestra propia verdad y humildad en sí misma. Os va a aportar muchísima paz mental, psíquica, emocional e incluso espiritual. De tal manera que os abrirá las puertas a todo aquello que sabéis, en realidad, con mucha más facilidad de la que habéis desarrollado hasta este momento.
Siendo humildes y pacientes con vosotros, comprenderéis hacia donde el Padre-Madre-Dios os lleva, os conduce, os acompaña, os muestra. Trayendo a vosotros vuestra energía más directa, llevándose con esta la información más inconexa o inconveniente.
—Madre, quiero llegar al Padre.
—Y al Padre vas a llegar. Deja que te ayude a conectar tu propia divinidad y alcanzarás la verdad sin que yo te lo diga. Resolverás porque estás dispuesto a resolver. Y aceptarás porque todo aquello que viene ya fue.
Y ninguno de vosotros se ha quedado sin los otros porque sabéis compartir la energía de vivir y de resentir el Amor. Y desostronados estaban y así continuaron por mucho tiempo. Y los hombres de la guerra vinieron e hicieron daño y todo dolor lo manifestaron. Y no guardaron respeto y modificaron efectos y la realidad ahora es que todo está con ellos sin saberlo. Y vinieron los que estaban solos y abandonados, los que necesitaban cuidados. Y los curamos. Y a tenor del Amor que el que llamáis Cristo nos había enseñado, utilizamos palabras, utilizamos símbolos, utilizamos ungüentos y las simientes fueron creciendo hasta convertirse en plantas, árboles. Y simientes tras simientes esparcieron lo que sería después… la simiente del Saber.
En los Campos Elíseos, la cruz de Malta, algunos fariseos quisieron tener la fuerza sin la confianza. No había dolor, más el dolor recibieron. Y no había pena, pero pena la infligieron. Y resolvieron matando y desolando. Y no abrieron caminos, sino que los cerraron.
Sin ser mejores que otros –y aunque así pudiera ser–, cada uno en sus esbozos y en la parte de su Amor y de su ser ha de entregar lo que quiera y recibir lo que se permita. Sin entrega no hay amor, al menos del todo, pero habéis sido honestos. Y hay un momento de luz donde se conoce todo.»
A través del campo María Pilar